jueves, 12 de febrero de 2015

Qué hablar de karate con un karateka


Como practicante amateur de karate que soy, me gusta comentar mi afición con amigos y conocidos; pero lamentablemente, la mayoría de las conversaciones se reducen al: "¿Esto vale para algo?", "Hazme algo de karate", "Ya tienes ganas de pagar para pelearte con alguien"; a no ser que el interlocutor también practique algún arte marcial, en cuyo caso la conversación se enriquece y se habla de esfuerzo, tiempos, movimientos, técnicas y un sinfín de temas más.

Esto mismo pasa con cualquier otro practicante de un arte marcial de los llamados "tradicionales", léase karate, kung-fu, judo, aikido, taekwondo... Ya que no consisten sólo en golpear: en una analogía con el fútbol, es como si se redujeran las conversaciones a 22 tíos dando patadas a un balón y se dejara de lado la estrategia, el trabajo en equipo, etc.

Para poder entendernos, aquí va una guía a modo resúmen de todo lo que aporta el karate a la persona:

- Karate como deporte: ésta es la concepción más extendida del concepto de karate. Desde fuera se ve que aprendemos a golpear con puños y piernas y, aunque esto es cierto, lo importante es el trabajo de coordinación, rapidez, flexibilidad y resistencia que hay detrás para poder realizar los movimientos con la precisión, cadencia y soltura requeridos. El nivel de contacto entre los competidores está limitado por norma, con lo que no suelen aparecer lesiones y se fomenta el respeto entre practicantes.


- Karate como arte marcial: esto abarcaría desde las típicas formas o "katas" hasta el trabajo de combate, en las que el practicante va viendo como un trabajo rígido y básico de katas va ganando en fluidez con ejercicios cada vez más dinámicos hasta llegar al combate. Ni que decir tiene que todo lo aprendido en niveles básicos se va arrastrando en los ejercicios más complejos, aplicándolo en función de la pericia de cada uno.


- Karate como defensa personal: esta es la parte "práctica" del karate, en la que, aprovechando que es un deporte de contacto, se aprende a defenderse ante situaciones reales de pelea callejera, agresión con arma blanca, violencia de genero, etc. Aquí la idea es plantear una situación posible y repetir la "solución" hasta el infinito, de forma que si nos encontramos en una situación similar, el movimiento salga mecánicamente.

- Karate como estilo de vida: conseguir todo lo anterior requiere mucho esfuerzo, dedicación y  constancia durante años, con lo que se aprende a valorar mucho más lo conseguido a través del trabajo y la concentración que las compras a base de tarjeta, aportando, bajo mi punto de vista, madurez y perspectiva a la persona, ya que se plantea objetivos a mediano y largo plazo y tiene mayor predisposición a luchar por ellos.


Lo bueno que tiene es que se puede adaptar a todas las edades, y, aunque no va a ser lo mismo un practicante de 15 años que otro de 50; todos pueden practicar esta disciplina sin sentir el desánimo de quedarse atrás, ya que se puede potenciar una u otra faceta del karate en función de las capacidades de cada uno.

Desde aquí animo a todo aquel con curiosidad a probar y disfrutar de la riqueza de esta disciplina.

Fuentes:
- Texto propio.
- Imagen creative commons:
  · https://c1.staticflickr.com/9/8007/7667681464_3310c729c2_h.jpg 

- Resto de imágenes de http://www.freepik.com
 

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